¿ACASO
el partido de Abraham Lincoln decidió apoyar la candidatura
presidencial de un racista? Estas acusaciones no se deben lanzar tan a
la ligera, así que me puse a revisar más de 40 años de la vida
profesional de Donald Trump para ver qué dicen los registros.
La
primera alarma se encendió en 1973, cuando el Departamento de Justicia
del presidente Richard Nixon (no precisamente de los más radicales en
esos tiempos), demandó a Trump y a su padre, Fred Trump, por discriminar
sistemáticamente a las personas negras que querían rentar viviendas.
Navegué
por 1021 páginas de documentos de aquella lucha legal y los resultados
me impresionaron. En ese entonces, Donald Trump era el presidente de la
empresa familiar de bienes raíces, y el gobierno reunió evidencia
contundente de que la compañía tenía una política de discriminación
contra las personas negras, incluidas aquellas que prestaban servicio en
el Ejército.
Para
probar esta discriminación, enviaron a algunas personas negras como
sujetos de prueba a los edificios de Trump a preguntar por espacios
libres y poco después enviaban a sujetos de prueba blancos. En más de
una ocasión, a las personas negras les decían que no había
disponibilidad mientras que a los sujetos de prueba blancos les
mostraban apartamentos para renta inmediata.
Un
exsuperintendente de los edificios Trump explicó que había recibido la
instrucción de marcar cualquier solicitud de una persona negra con la
letra C (“de color”), aparentemente, para que la oficina supiera que
debía ser rechazada. Un agente inmobiliario de los Trump declaró que
ellos querían rentar únicamente a “judíos y ejecutivos” y desalentaban
las oportunidades de renta para personas negras.
Donald
Trump luchó intensamente en contra de la demanda de derechos civiles en
los tribunales y en los medios de comunicación, pero finalmente los
Trump llegaron a un acuerdo que fue considerado como una victoria para
el gobierno. Tres años más tarde, las autoridades los volvieron a
demandar por seguir discriminando.
Para
ser justos, estas demandas son muy viejas y las políticas
discriminatorias probablemente no seguían un directriz de Donald Trump,
sino de su padre. Al parecer, Fred Trump fue arrestado en una reunión
del Ku Klux Klan en 1927; Woody Guthrie, quien vivía en una propiedad de
los Trump en la década de 1950, arremetió contra Fred Trump en unos
documentos encontrados recientemente por provocar odio racial.
Y
aunque las políticas discriminatorias de su empresa pueden haber sido
una herencia, Trump se unió por cuenta propia a la batalla de las
viviendas de 1970 en contra del movimiento de derechos civiles.
Otro
momento revelador se presentó en 1989, cuando la ciudad de Nueva York
estaba convulsionada con el caso de la “corredora de Central Park”, la
violación y golpiza a una joven blanca mientras trotaba en el
emblemático parque. Cinco adolescentes negros y latinos fueron
arrestados.
Trump
se involucró, denunció el llamado a la calma del alcalde Ed Koch y
compró anuncios de página completa en algunos periódicos en los que
exigía la pena de muerte. Los cinco adolescentes pasaron años en prisión
antes de ser exonerados. En retrospectiva, sufrieron una versión
moderna de linchamiento, y Trump jugó un papel importante en la
incitación de la multitud.
Cuando
Trump incursionó en el negocio de los casinos, la discriminación
siguió. Según Kip Brown, un extrabajador de un casino Trump citado por
The New Yorker, en los años ochenta: “Cuando Donald e Ivana venían al
casino, los jefes ordenaban que toda la gente negra se saliera del piso…
Nos ponían a todos en la parte de atrás”.
En
1991, un libro escrito por John O’Donnell, antiguo presidente de Plaza
Hotel and Casino Trump en Atlantic City, describió cómo Trump criticaba a
un contador negro, y lo citó: “¡Negros contando mi dinero! Me molesta.
El único tipo de personas que quiero que cuenten mi dinero son pequeños
hombres que usen kipás todos los días… Creo que ese hombre es un flojo. Y
probablemente no tiene la culpa, porque los negros ya traen la pereza
en ellos. De verdad lo creo. No es algo que puedan controlar”. O’Donnell
relató que durante meses después de eso, Trump lo presionó para
despedir al contador negro hasta que el hombre renunció por su cuenta.
Después,
Trump negó haber hecho esos comentarios. Sin embargo, en una entrevista
con Playboy en 1997, aceptó que “las cosas que O’Donnell escribió sobre
mí probablemente son ciertas”.
Los
episodios recientes pueden ser más conocidos: la afirmación de que el
presidente Obama había nacido en Kenia; las insinuaciones de que Obama
había sido admitido en las universidades de la Ivy League solo por
discriminación positiva; las declaraciones en las que se refirió a
inmigrantes mexicanos como “en muchos casos, criminales,
narcotraficantes, violadores”; los llamados a que se prohíba
temporalmente la entrada de musulmanes a Estados Unidos; su rechazo
a un juez estadounidense de ascendencia mexicana al decir que era un
mexicano que no podía escuchar su caso con justicia; su negativa a
distanciarse del Ku Klux Klan durante una entrevista de televisión; el
retuit de una gráfica que sugería que el 81 por ciento de los
responsables de los asesinatos de víctimas blancas eran personas negras
(la cifra real es 15 por ciento), y otras tantas.
Trump
también ha retuiteado mensajes de racistas blancos o simpatizantes
nazis, entre ellos dos de una cuenta llamada @WhiteGenocideTM con una
foto del fundador del Partido Nazi de Estados Unidos.
Continuamente
y con vehemencia, Trump niega cualquier tipo de racismo y ha borrado
algunos tuits ofensivos. The Daily Stormer, un sitio web racista neonazi
que respalda a Trump, ve esto como una total complicidad de camaradas.
(Actualización:
Después de que esta columna fuera publicada, la campaña de Trump me
escribió un correo electrónico con la siguiente declaración: “Donald
Trump tiene un largo historial de inclusión y en numerosas ocasiones ha
reprochado públicamente a los grupos que buscan discriminar a otros.
Sugerir otra cosa es una completa fabricación de la verdad”).
Mi
opinión es que “racista” puede ser una palabra muy cargada, un
obstáculo para el debate más que un adjetivo que aclara, así que
deberíamos tener cuidado de no usarla simplemente como un epíteto.
Además, los musulmanes y latinos pueden ser de cualquier raza, así que
algunas de estas declaraciones técnicamente no reflejan racismo, sino
intolerancia. También es verdad que es posible que Trump diga algo
inapropiado o sea malinterpretado.
Y aun así.
Aquí
tenemos a un hombre que durante más de cuatro décadas ha sido asociado
repetidamente con la discriminación racial y con comentarios
intolerantes sobre las minorías, algunos de ellos en televisión, así que
todos lo han podido ver. Aunque cada uno de estos incidentes puede ser
ambiguo, lo que sale a flote durante más de cuatro décadas es un arco
narrativo, un patrón consistente, y no veo otra manera de llamarlo sino
racismo.
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